ASCENSIÓN DEL SEÑOR ***** EL DESIGNIO DE DIOS HA ENTRADO EN SU CONSUMACIÓN



Como podemos leer en el Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II (n* 670):

"Desde la Ascensión del Señor, el designio de Dios ha entrado  en su consumación. Estamos ya en la -última hora- .El final de la historia  ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en el mundo.

La Iglesia en efecto,ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta.El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos  (Mc 16, 17-20)" que acompañan su anuncio  por la Iglesia  (Mc 16, 20)"




El evangelista  san Marcos recuerda así la aparición de Jesús  (después de su Resurrección) a los Once(Apóstoles), y la misión Apostólica que el Señor  les encargó ( Mc 16, 14-20):

"Por último se pareció a los Once cuando  estaban en la mesa y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que habían visto  al Resucitado/ Y les dijo: "Id al mundo entero y predicad el Evangelio  a toda criatura; pero el que no crea se condenará/A los que crean  acompañaran estos milagros: En mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas/agarraran serpientes con las manos y, si bebieran algún veneno, no les dañará ( lo cual le ocurrió a san Pablo ); impondrán las manos sobre  los enfermos y quedarán curados/ El Señor, Jesús, después de hablarles, se elevó al cielo y está  sentado a la derecha del Padre/ Y ellos partieron de allí, predicaron a todas parte, y el Señor  cooperaba y confirmaba  la palabra  con los milagros que la acompañaban "

 


Sin embargo, como podemos seguir leyendo en el Catecismo de la Iglesia Católica ( n*671): " Este Reino de Cristo  aún  es objeto de ataques de los poderes del mal (2 Te 2,7) a pesar de que estos poderes hayan  sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo hasta que todo le haya sido sometido (1Co 15,28) y mientras no hayan  nuevos cielos y nueva tierra en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus Sacramentos a instituciones ,que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios (LG 48).Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía que se apresure el retorno de Cristo cuando suplican: *Ven ,Señor Jesús* (1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).


Recordemos a este respecto las palabras tan significativas de despedida de los corintios, del apóstol san Pablo,  en su primera carta a este pueblo por él evangelizado que en aquellos momentos se encontraba en crisis ante los problemas suscitados por la increíble degeneración, a la que habían llegado, al llevar a cabo la celebración de las asambleas litúrgicas y por las dudas que algunos pretendían imponer sobre la resurrección de los muertos  (1 Co 16, 19-23):

"Os saludan las Iglesias de la provincia de Asia, Aquilea, Prisca y la Iglesia que se reúne en su casa, os envían muchos saludos en el Señor/ Os saludan todos los hermanos; saludaos unos a otros con el beso santo/ Este saludo final es de mi puño y letra: Pablo/ Si alguno no ama al Señor, sea maldito. ¡Marana tha! (¡Ven, Señor  nuestro!) / Que la gracia de Jesús, el Señor, esté con vosotros/ Os amo a todos vosotros en Cristo Jesús"

La expresión aramea ¡Marana tha! se utilizaba entre los primeros cristianos, después de la plegaria eucarística  y aparece también en el libro del Apocalipsis de san Juan traducida al griego, al final del mismo (Ap 22 17-20):  


"El Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! y el que oiga, que diga: ¡Ven! Y el que tenga sed, que venga; el que quiera que tome gratis el agua de la vida/ Yo doy testimonio a todo el que oiga las palabras proféticas de este libro. Si alguien añade algo a ellas, Dios le quitará su parte en el albor de la vida y en la ciudad santa que se ha descrito en este libro/ El que da testimonio de estas cosas dice: Sí, voy enseguida. Amén. ¡Ven Señor Jesús!"

Son palabras que llegan al corazón de los seguidores de Cristo en unos momentos de la historia tan peligrosos y arriesgados como lo fueron aquellos en los que vivió el apóstol san Juan en los que el gnosticismo hacia acto de presencia y conducía a las almas, al igual que en la actualidad, a un pozo sin fondo, a un alejamiento del Mensaje de Cristo y de Dios mismo...Por eso es necesario volver a gritar con todas nuestras fuerzas aquellas palabras :¡Ven Señor Jesús!. Por eso también entendemos muy bien las palabras finales del apóstol del Señor: ¡ Sí, voy enseguida!...porque expresan el ansía del corazón de los cristianos deseosos de ser liberados de la -gran tribulación- ,ya anunciada por san Juan en este mismo libro.


Recordemos finalmente las palabras del Señor momentos antes de su Ascensión a los cielos, recogidas y analizadas por los Padres de la Iglesia en el Catecismo que recoge las enseñanzas del Concilio Vaticano II (Ibid n* 672):

"Cristo afirmó ante de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (Hch 1, 6-7) que según los profetas debería traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente según el Señor, es el tiempo del Espíritu Santo y del testimonio (Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la tristeza  (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (1 P 4, 17), e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4,3;1 Tm 4,1). Es un tiempo de espera y de vigilia (Mt 25, 1-13) ; Mc 13, 33-37)" 


En verdad que no se equivocaron los Padres de la Iglesia en estos razonamientos, sin embargo en este momento, cuando no han pasado mucho más de 30 años del Concilio Vaticano II, ya parecen obsoletos, pasados de moda, y por tanto renovables, para muchos hombres y mujeres y esto está conduciendo a una situación de inestabilidad grande para la Iglesia de Cristo...El Papa Benedicto XVI perfectamente informado de lo que estaba ocurriendo, a pesar de su jubilación prematura, desde su refugio nos ha recordado en un libre póstumo lo que significa ser cristiano católico y romano (Qué es el cristianismo. Un testamento espiritual; La Esfera de los Libros,S.L.,2023): 

"Para un cristiano, el Dios que se une en Jesucristo con manos y corazón a los hombres y que por nosotros y en nosotros ha soportado ser hombre hasta la muerte y más allá de la muerte es el centro del cristianismo.

Toda contienda a lo largo de la historia de las religiones entre Dios y los dioses no termina con el hecho de que Dios mismo se esfume al final, y se transforme en un fetiche. Muy al contrario, termina con la victoria del único Dios verdadero sobre los dioses que no son Dios. En consecuencia, termina con el don del amor que presupone ser persona de Dios. Por tanto, también termina para el hombre con su conversión en plena persona al aceptar y transmitir que es amado por Dios"













    





























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