TERCER DOMINGO DE CUARESMA ***** NECESIDAD DE LA PENITENCIA

 


Seguimos en tiempo de Cuaresma y en la Liturgia de los domingos está siempre  presente la idea fundamental de nuestra Redención por medio de la Pasión de Cristo. Más concretamente, en este tercer domingo de Cuaresma (23 /3/ 2025) se nos habla especialmente de la necesidad de la Penitencia,  y por tanto, del Sacramento de la Penitencia,  porque  como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II (n*1422):

"Los que se acercan al Sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).

El Evangelio de la Santa Misa en este domingo corresponde al pasaje de la vida del Señor,  durante  su último viaje a Jerusalén, en el que, precisamente, insiste una vez más en la necesidad de hacer penitencia, lo mismo que nos recuerda de continuo la Iglesia, especialmente al practicar el Sacramento de la Penitencia  o Confesión,utilizando la versión de san Lucas (13, 1-9):

"Se presentaron por este mismo tiempo  algunos que le refirieron el caso de los dos galileos, cuya sangre había  mezclado Pilato con la de sus víctimas/ Y respondiendo  les dijo ¿Pensáis que estos galileos, por haber padecido esta desgracia,  fueron más pecadores que todos los demás galileos?/ No, os lo aseguro; y si no hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente/ O aquellos dieciocho  sobre los que cayó  la torre de Siloé y los mató ¿creéis que eran más  culpables  que los demás  habitantes de Jerusalén?/ Os digo que no; y si no hacéis penitencia, pereceréis todos del mismo modo / 


Y les propuso esta parábola: * Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró/ Dijo entonces al viñador : Hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. Córtala. ¿Para qué hacer baldía la tierra? / Pero él  le respondió: Señor,  déjala también  este año mientras cavo a su alrededor  y le echo estiércol/ por si en adelante  da fruto; si no es así  la cortas*

Dos acontecimientos desgraciados muy recientes,  uno que le refieren y otro que Él recuerda, dan lugar al Señor para demostrarles a los allí presentes que las víctimas de estas tragedias no eran más pecadoras que los demás; que toda la nación  es pecadora y que,si no hiciere pronto penitencia, perecerá. La inminencia,por otra parte,  del castigo divino, se pone de manifiesto  en la parábola  de la higuera  estéril que el Señor narra a los que le estaban escuchando y por extensión a toda la humanidad. Pero también viene a aconsejar a los hombres, porque  siempre es posible, porque la paciencia y la gracia de Dios son infinitas, recuperar el tiempo perdido...San Juan de Ávila aseguraba a este respecto:

*Si has malgastado tu vida.Pide a Dios misericordia  y trabaja con diligencia  y con ferviente deseo y amor; ese poco tiempo que te queda, empléalo en trabajar en la venida de Dios a ti y en obras en su Iglesia,  en tus prójimos, en enmendarte, que Dios te hará  mercedes* "  


Por otra parte, como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (Ibid, n*827): Mientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoció el pecado,sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación (LG 8; UR 3;6).

Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1 Jn 1, 8-10).En todos,la cizaña  del pecado todavía se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Iglesia, pues,congrega a pecadores alcanzados ya por la salvación  de Cristo, pero en vías de santificación. 

La Iglesia es,pues, santa aunque  abarque en su seno pecadores;porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia;sus miembros,  ciertamente, si se alimentan de esta vida se santifican,si se apartan de ella,contraen pecado y manchas del alma,que impiden que la santidad de ella se difunda radiante.

Por lo que se aflige y hace penitencia  por aquellos pecados,teniendo poder de liberar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo  y el don del Espíritu Santo  (SPF 19)"


Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor,en particular el sacrificio de la Eucaristía, para que,una vez purificados,puedan llegar a la visión beatifica de Dios.La Iglesia también  recomienda  las limosnas,las indulgencias  y las obras de penitencia  en favor de los difuntos. (C.I.Cat n*1032)


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