NUESTRO DEBER ES **** ANUNCIAR EL REINO DE DIOS




Decía el Papa Benedicto XVI en su día ; "Al escrutar los signos de los tiempos, comprendemos que nuestro primer deber en este momento histórico es anunciar el Evangelio de  Cristo"

El lo decía probablemente refiriéndose a su deber como Cabeza de la Iglesia, pero lo cierto, es que es aplicable a  los cristianos de todos los tiempos, porque como también aseguraba: "El Evangelio es fuente auténtica de libertad y de humanidad"

Y seguía diciendo a este respecto (El elogio de la conciencia. La Verdad interroga al corazón ,Ed. Palabra, S.A., 2010):
"El Señor mismo indica el núcleo de este  anuncio con palabras brevísimas, que deben ser el  corazón de toda evangelización. Al principio de su vida pública, Cristo resume así la esencia de su Evangelio: " El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y  creed en el Evangelio"  (Mc 1, 15)

Estas palabras las dijo Jesús durante su misión en Galilea, después de haber sido san Juan Bautista apresado por Herodes a causa de Herodías, la mujer de su hermano...San Juan Bautista  aquel hombre que dijo de Jesús: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo/Este es de quien yo dije; Detrás de mí viene un hombre que ha sido puesto delante de mí/Yo no lo conocía pero he venido a bautizar con agua para darlo a conocer a Israel"



Ahora  bien , como seguía diciendo el Papa Benedicto XVI (Ibid): "El Reino de Dios no es un lugar o un tiempo ni una estructura del mundo que nosotros debamos inventar y hacer realidad (como ahora algunos piensan).
El Reino de Dios es Dios mismo, que se nos acerca, se comunica con nosotros, y se une a nosotros, para reinar en nosotros.



Anunciar el Reino de Dios no es otra cosa que anunciar al Dios vivo y verdadero. Quien no conoce a Dios desconoce al hombre, ignorando su verdadera dignidad y grandeza.
Por eso dice san Ireneo: *Si Dios le faltara por completo al hombre, el hombre dejaría de existir*  De esta forma introduce la famosa declaración del humanismo cristiano..."




En efecto, sigue diciendo el Pontífice (Ibid): "Si nuestro corazón no percibe ni acepta de ninguna manera la existencia de Dios, dejamos verdaderamente de vivir. 
El corazón trata en vano de sacar vida de otras fuentes, pero en realidad se destruye, como demuestran tantos signos de nuestros tiempos, en los que se manifiestan de modo evidente las trágicas consecuencias de la ausencia de Dios"

Estas palabras pronunciadas por Benedicto XVI  en 1991 ,durante la I Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos podrían ser  proféticas, si tenemos en cuenta el cambio tan radical que ha sufrido el mundo desde entonces . Al hombre de hoy, al hombre de este nuevo siglo, le interesa cada vez menos las cosas del alma y las consecuencias son  evidentes.
Por eso , nuestro deber es hablar siempre y sobre todo de Dios, porque como muy bien nos recordaba el Santo  Padre:
"El Señor mismo es nuestro hogar. Él es nuestra morada. Esta es nuestra alegría, la alegría del Evangelio, que nadie nos puede arrebatar (Jn 16, 22). Esta es la alegría que debemos anunciar  en la nueva evangelización" 









































































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