ORACION Y AGONIA DE JESÚS **** EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS




Jesús oraba ante los momentos decisivos de su misión, así lo hizo antes de dar cumplimiento a su Pasión y Muerte. Concretamente, así narraba san Lucas aquel transcendental momento (Lu 22, 39-42):

"Salió y como de costumbre fue al monte de los Olivos. Le siguieron también los discípulos/ Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para no caer en tentación/ Y se apartó de ellos como de un tiro de piedra y oraba/ diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi   voluntad, sino la tuya"

Después de la exhortación a la vigilancia a sus apóstoles, comienza propiamente la verdadera oración en el Monte de los Olivos, un lugar muy apropiado para orar al Padre. En efecto, porque tal como podemos leer en el libro del Papa Benedicto XVI (Jesús de Nazaret. Segunda Parte; Ed. Encuentros, S.A., 2011): "Gerhard Kroll observa: En tiempos de Jesús, en este terreno en la ladera del Monte de los Olivos había una finca con  una almazara en la que se prensaban las aceitunas...ésta daba a la finca el nombre de Getsemaní...Muy cerca de allí había una gran cueva natural, que podía ofrecer a Jesús y sus discípulos un alojamiento seguro, aunque no precisamente cómodo por la noche...Ya a finales del siglo IV, la peregrina  Eterina encontró aquí una -iglesia magnifica-, que en los tiempos turbulentos que sobrevinieron después quedó en estado ruinoso, pero que fue redescubierta en el siglo XX por los franciscanos.


-La Iglesia actual de la agonía de Jesús, completada en el 1924,abarca de nuevo, además del espacio de la *ecclesia elegans* (la iglesia  de la peregrina Eterina), la roca sobre la que según la tradición...oró Jesús* (Kroll, p,410).

Este es uno de los lugares más venerados del cristianismo. Ciertamente, los arboles no se remontan a la época de Jesús; durante el asedio de Jerusalén ,Tito hizo talar todos los arboles en los vastos alrededores de la ciudad. El Monte de los Olivos, sin embargo, es el mismo de entonces.

Quien se detiene en él (Monte de los Olivos), se encuentra aquí ante un dramático punto culminante del misterio de nuestro Redentor: Jesús ha experimentado aquí la última soledad, toda la tribulación del ser humano. Aquí, el abismo del pecado y del mal le ha llegado hasta el fondo del alma. Aquí se estremeció ante la muerte inminente. Aquí le besó el traidor. Aquí todos los discípulos le abandonaron. Aquí Él ha luchado también por mí" .

Por otra parte, según el Papa Benedicto XVI en esta plegaria de Jesús podemos distinguir tres elementos. En primer lugar el miedo, el estremecimiento ante el poder de la muerte, el pavor frente al abismo de la nada, que le hace temblar e incluso, según san Lucas, le hace sudar como gotas de sangre (Lc 22, 44).


En Juan este estremecimiento se expresa, como en los Sinópticos, en referencia al Salmo 43,5, pero con una palabra que destaca de manera especialmente clara la dimensión abismal de temor de Jesús: *tetáraktai*, que es la misma palabra, *tarássein*, usada por Juan  para describir la profunda turbación de Jesús ante la tumba de Lázaro (Jn 11,33), así como su conmoción interior al referirse a la traición de Judas en el Cenáculo (JN 13,21). Juan expresa sin duda con ello la angustia primordial de la criatura frente a la cercanía de la muerte, pero hay todavía algo más: el estremecimiento particular de quien es la Vida misma ante el abismo de todo el poder de destrucción, del mal, de lo que se opone a Dios, y que ahora se abate directamente sobre Él, que ahora debe tomar de modo inmediato sobre sí, más aún, lo debe acoger dentro de sí mismo hasta el punto de llegar a ser él mismo *hecho pecado* (2 Co 5, 21)"

Tremendo razonamiento del Papa Benedicto XVI que pone en evidencia con sus palabras la importancia extraordinaria de la Pasión de Cristo, porque como sigue diciendo el Pontífice a continuación (Ibid):"Precisamente porque es el Hijo, ve con extrema claridad toda la marca sucia del mal, todo el poder de la mentira y la soberbia, toda la astucia y la atrocidad del mal, que se enmascara de vida pero que está continuamente al servicio de la destrucción del ser, de la desfiguración  y la aniquilación de la vida. 


Precisamente porque es el Hijo, siente profundamente el horror, toda la suciedad y la perfidia que debe beber en aquel -cáliz- destinado a Él: Todo el poder del pecado y de la muerte. Todo esto lo debe acoger dentro de sí, para que Él quede superado y privado de poder.

Bultmann dice con razón: Jesús es aquí *no sólo el prototipo en el que se hace visible de manera ejemplar la actitud que se requiere del hombre...,sino que Él también  y sobre todo el Revelador, cuya decisión es la única que hace posible la opción humana por Dios en una hora como ésta.

La angustia de Jesús es algo mucho más radical que la angustia que asalta a cada hombre ante la muerte: Es el choque frontal entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, el verdadero drama de la decisión que caracteriza a la historia de la humanidad.

En este sentido podemos aplicarnos lo a nosotros mismos, como hace Pascal, de manera totalmente personal, el acontecimiento del Monte de los Olivos: también mi pecado estaba en aquel cáliz pavoroso. Pascal oye al Señor en agonía en el Monte de los Olivos que le dice : -Aquellas gotas de sangre, las he derramado por ti- (Pensées , VII, 553- "


Los razonamientos del Papa Benedicto XVI nos sirven finalmente  para acercarnos mejor al sufrimiento del Señor y después llevarnos a la alegría de su Resurrección , porque Él ha vencido a la muerte y nos ha salvado. Por eso la oración en el Monte de los Olivos de Jesús encierra una gran enseñanza para todos los creyentes y no creyentes...La confianza de Jesús en su Padre es plena, pero su santísima humanidad se estremece ante el Cáliz del dolor que presiente. Sin embargo en el acto y como fruto de su oración, identifica su voluntad con la divina. Esta identificación con la voluntad de Dios es el fin de toda oración, pero ha de ser una identificación voluntaria y gustosa, llena de amor, como corresponde a un hijo de Dios.  










 





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