TESTIGOS DE JESÚS RESUCITADO **** ESPERANZA DEL MUNDO
Como aseguraba el Papa Benedicto XVI en cierta ocasión: "La palabra de Dios pone de relieve la resurrección de Cristo, acontecimiento (histórico) que ha reengendrado a los creyentes a una esperanza viva" (Dios está cerca; Chronica Ed. S.L. ; 2011).
En efecto, recordemos a este respecto el Himno de alabanza de la primera Carta de san Pedro (1 P 1, 3-5): " Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor Jesucristo, que llevado de su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos a una esperanza viva/ a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera reservada en el cielo para vosotros/ a los que el poder divino asegura, mediante la fe, la salvación que ha de manifestarse en los últimos tiempos"
Dos son las Cartas atribuidas al Príncipe de los apóstoles. La primera la escribió en Babilonia(Roma), seguramente hacia el año 63-64, ya que no hace referencia en ella a la gran persecución de Nerón. San Pedro dirige esta Carta a los fieles del Asia Menor, gentiles que habían sido evangelizados en su mayor parte por san Pablo
Con su exhortación, san Pedro, intenta consolar ,como Cabeza de la Iglesia que era , a aquellas personas, que estaban pasando por tiempos difíciles. Y lo hace desde la experiencia del bautismo del que brota este himno de alabanza, que canta la fe cristiana ante la acción de Dios en Cristo para la salvación del hombre. Menciona la resurrección de Cristo como causa y origen del nuevo nacimiento. Y esta regeneración da lugar a la esperanza en la vida eterna.
Por eso seguía diciendo el Papa Benedicto XVI en su libro (Ibid):
"Como sucesor suyo ,también yo exclamo con alegría: *Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo* ,porque mediante la resurrección de su Hijo nos ha engendrado y, en la fe, nos ha dado una esperanza invencible en la vida eterna, a fin de que vivamos en el presente siempre proyectados hacia la meta , que es nuestro encuentro final con nuestro Señor y Salvador.
Con la fuerza de esta esperanza no tenemos miedo de las pruebas, las cuales, por dolorosas y pesadas que sean , nunca pueden alterar la profunda alegría que brota en nosotros del hecho de ser amados por Dios. Él en su providente misericordia, entregó a su Hijo por nosotros, y nosotros, aun sin verlo, creemos en Él y lo amamos. Su amor nos basta"
El apóstol san Pedro en su primera Carta se expresaba así a este respecto (1 P 1, 6-9): "Por esto os alegráis, aunque todavía por un poco de tiempo debéis sufrir diversas pruebas/ para que la calidad de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro corruptible que se acrisola por el fuego, sea hallada digna de alabanza, de gloria y de honor en la manifestación de Jesucristo/Al cual amáis sin haber visto; en quien ahora, sin verle, creéis y exaltáis con gozo inefable y radiante de gloria/ alcanzando el objeto de vuestra fe, la salvación de las almas"
Así es, la mayor parte de los destinatarios de esta primera Carta de san Pedro, no habían visto a Jesucristo y por consiguiente su fe resultaba ser mucho más meritoria, ya que se fundaba solamente en la Palabra de Dios transmitida por los apóstoles y no en testimonio sensible.
Como aseguraba también el Papa Benedicto XVI (Ibid):"La Resurrección de Jesucristo es el misterio fundamental del cristianismo, el cumplimiento sobreabundante de todas las profecías de salvación...De Cristo resucitado, primicia de la humanidad nueva, regenerada y regeneradora, nació en realidad, como anuncio el profeta, el pueblo de los -pobres- que han abierto su corazón al Evangelio y se han convertido, y se siguen convirtiendo, en -robles de justicia-, -plantación del Señor para manifestar su gloria-, reconstructores de edificios en ruinas, restauradores de ciudades desoladas, reconocidos por todos como linaje bendito del Señor (Is 61, 3-4. 9)"
Es más: "El misterio de la Resurrección del Hijo de Dios, que, al subir al cielo para estar con el Padre, derramó sobre nosotros el Espíritu Santo, nos hace contemplar con la misma mirada a Cristo y a la Iglesia: El Resucitado y los resucitados, la Primicia y el campo de Dios, la Palabra angular y las piedras vivas, según otra imagen de la primera Carta de Pedro (1 P 2, 4-8). Así sucedió al inicio con la primera comunidad apostólica y así debe suceder también ahora"
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