SAN PÍO X Y SU PROPÓSITO DE *** INSTAURAR TODO EN CRISTO
El Papa San Pío X (Giuseppe Sarto) nació en Riese, provincia de Treviso un 2 de Junio de 1835. La situación económica de su familia fue un gran problema a la hora de alcanzar los estudios eclesiásticos necesarios para seguir su vocación hacia el sacerdocio. Su constancia y capacidad intelectual le permitió, no obstante, recibir el 18 de septiembre las órdenes de sacerdote de manos de Monseñor Antonio Farina. Después, durante 9 años trabajó como Capellán en la localidad de Tómbolo. Dedicaba mucho tiempo a suministrar el Sacramento de la Reconciliación a sus fieles y también a prepar a los niños y jóvenes en el conocimiento del Mensaje de Cristo y el amor a su Iglesia.
Fue consagrado el 18 de noviembre de 1884 Obispo de la diócesis de Mantua, y más tarde el gran Papa León XIII le nombró Cardenal y Patrialca de Venecia y a la muerte de éste fue proclamado, a pesar de su resistencia a recibir tan alto honor, su sucesor en la Silla de Pedro, a la edad de 68 años tras una brillante carrera eclesiástica. Hombre de origen humilde y humilde de corazón se sentía indigno, al ser nombrado Cabeza de la Iglesia.El deseaba sobre todo poder abordar con eficacia los gravisimos problemas que acosaban a la todos los pueblos, especialmente en el llamado Viejo Mundo, al inicio del siglo XX y se sentía responsable de luchar no sólo por su grey, sino por todos los hombres inpendienteme de su raza o religión.
En su primera ocasión de dirigirse al mundo justificaba así su insistente negativa a tan alto honor mediante su misiva -E Supremi Apostolatus-; en ella entre otras muchas cosas venía a decir:
"Los designios de Dios resisten más y más planes, de modo que comprendo que es absolutamente imposible oponerse a ellos. De ahí que vencido por la fuerza, no de los hombres, sino de Dios, contra la que no hay defensa posible, entendí que mi deber era aceptar una única decisión...entregeme por completo al sentir y a la voluntad de Dios, dejando de la lado mi propio sentir y mi voluntad.
No obstante, no faltaron múltiples y graves motivos para rehusar el Pontificado. Ante todo el que de ningún modo, por nuestra insignificancia, nos considerábamos dignos del honor del Pontificado. A quién no le conmoveria ser designado sucesor de aquel que gobernó la Iglesia con extrema prudencia?...
Nos llenaba de temor sobre todo la tristisima situación en que se encontraba la humanidad. Quién ignora, efectivamente, que la sociedad actual, más que en épocas anteriores, está afligida por un íntimo y gravisimo mal que, agravandose por días, la devora hasta la raíz y la lleva a la muerte?...
Sin embargo, puesto que agradó a la divina voluntad elevar nuestra humildad a este supremo poder, descansamos el espíritu en aquel que Nos conforta y poniendo manos a la obra, apoyados en la fuerza de Dios, manifestamos que en la gestión de nuestro Pontificado tenemos un sólo propósito: INSTAURAR TODO EN CRISTO, para que efectivamente todo y en todo sea Cristo "
Y en verdad que lo intento y en gran parte lo consiguió para su tiempo...pero las fuerzas del mal -no dan cuartel-, como se suele decir, y el siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI han sido objeto de su malvada lucha contra la humanidad...Recordar algunas de las enseñanzas de este Papa santo, nos pueden servir de ejemplo para intentar en nuestro tiempo tratar de conseguir aliviar los destrozos causados por esta batalla constante que nos entristece... Si, porque como destacaba este gran Pontífice (Ibid):
"En la mayoría de los hombres se ha extinguido el temor al Dios eterno y no se tiene en cuenta la ley de su poder supremo en las costumbres ni en público ni en privado: aún más, se lucha con denodado esfuerzo y con todo tipo de maquinaciones para arrancar de raíz incluso el mismo recuerdo y noción de Dios.
Es indudable que quien considere todo esto tendrá que admitir de plano que ésta perversión de las almas es como una muéstra, como el prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; e incluso pensará que ya habita en este mundo el hijo de la perdición de quien habla el Apóstol (2, Tes, 2,3)..."
Palabras verdaderamente proféticas si consideramos la situación actual del hombre ante pandemias dolorosas y posibles consecuencias de una deflagración nuclear... Como también denunciaba el Papa Pío X:
"El deseo de paz conmueve sin duda el corazón de todos y no hay nadie que no la reclame con vehemencia. Sin embargo, una vez rechazado Dios, se busca la paz inútilmente porque la justicia está desterrada de allí donde Dios está ausente; y quitada la justicia, en vano se espera la paz. La paz es obra de Dios...De lo cual se concluye que instaurar todas las cosas en Cristo y hacer que los hombres vuelvan a someterse a Dios es la misma cosa. Así, pues, es ahí donde conviene dirigir nuestros cuidados para someter al género humano al poder de Cristo: con Él al frente, pronto volverá la humanidad al mismo Dios...
Un Dios que no es aquél despiadado, despectivo para los humanos que han imaginado en sus delirios los materialistas (y otros), sino el Dios vivo y verdadero, uno en naturaleza, trino en personas, creador del mundo, que todo lo prevé con suma sabiduría, y también legislador justisimo que castiga a los pecadores y tiene dispuesto el premio para los virtuosos"
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