ES NECESARIO VOLVER A EDUCAR EN VALORES **** A LAS NUEVAS GENERACIONES
Educar en valores morales a las nuevas generaciones es una necesidad y un problema que viene de largo pues ya a principios de este nuevo siglo el Papa Benedicto XVI se expresaba, en este sentido, así (Los caminos de la vida interior .El itinerario espiritual del hombre. Editorial Chronica S.L, 2011):
"No podemo dejar de interesarnos por la formación de las nuevas generaciones, por su capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal, y por su salud,no sólo física sino también moral. Ahora bien educar jamás ha sido fácil, y hoy parece cada vez más difícil. Lo saben bien los padres de familia, los profesores y todos los que tienen responsabilidades educativas directas. Por eso se habla de una gran emergencia educativa,confirmada por los fracasos en los que muy amenudo terminan nuestros esfuerzos por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar un sentido a su vida. Así, resulta espontáneo culpar a las nuevas generaciones, como si los niños que nacen hoy fueran diferentes de los que nacían en el pasado. Además, se habla de una -ruptura entre las generaciones-, que ciertamente existe,pero es más bien el efecto y no la causa de la falta de transmisión de certezas y valores "
Han pasado doce años desde que el gran Pontífice se manifestaba respecto del problema de las nuevas generaciones, y el tema sigue vigente, con un punto mayor de necesidad, de urgencia ... Si reflexionaramos sobre ello llegariamos seguramente a hacernos la siguiente pregunta: ¿Por qué sucede esto?. Son muchos los factores que han contribuido a ello y no es uno menor el hecho de que las nuevas generaciones se encuentren sometidas,casi desde los primeros meses de su estancias en este mundo, a los mensajes que se lanzan desde los distintos medios de comunicación que hoy en día están siempre presentes en nuestras vidas, utilizados por personas que no están exentas de culpa, pues se han olvidado del daño irreparable que pueden generar en ciertas ocasiones.
Ciertamente la responsabilidad de este hecho,es en primer lugar de los padres,pero hay también una responsabilidad de todo el conjunto de la sociedad,como miembros de la familia humana, como hijos de un único Dios y en su caso miembros de la Iglesia Católica.Por otra parte, existen también otras cuestiones que están minando el futuro de las nuevas generaciones tal como aseguraba este mismo Papa (Ibid):
"El sufrimiento forma parte de la verdad de nuestra vida.Por eso,al tratar de proteger a los más jóvenes de cualquier dificultad y experiencia de dolor,corremos el riesgo de formar,a pesar de nuestras buenas intenciones, personas frágiles y poco generosas,pues la capacidad de amar corresponde a la capacidad de sufrir,de sufrir juntos ... En realidad,no sólo están en juego las responsabilidad personal de los adultos o de los jóvenes, que ciertamente existen y no deben ocultarse,sino también un clima generalizado, una mentalidad y una forma de cultura que llevan a dudar del valor de la persona humana,del significado mismo de la verdad. Entonces, se hace difícil transmitir de una generación a otra algo válido y cierto,reglas de comportamiento, objetivos creíbles en torno a los cuales construir la propia vida..."
Todos los Pontífices de los últimos siglos se dieron cuenta de la situación perversa en la cual se iba adentrando la sociedad...Un clima generalizado de increencia en las cosas divinas iba barriendo todos los principios morales que la Iglesia católica había preconizado a lo largo de los tiempos, siguiendo la voluntad de su Cabeza, Nuestro Señor Jesucristo. De cualquier forma,también es verdad, que en el perido de tiempo que va desde la celebración del Concilio Ecuménico Vaticano II hasta nuestros días, se ha producido un reto,que ha desembocado en un empeño, por parte de la comunidad creyente, en lo que se ha dado en llamar -Nueva Evangelización-, y en la que han participado con verdadero ardor sin duda, las nuevas generaciones...
El Papa Benedicto XVI profundiza sobre estas cuestiones en su libro recordándonos que (Ibid): "Todas las dificultades no son insuperables. Más bien,por decirlo así, son la otra cara de la medalla del don grande y valioso que es nuestra libertad, con la responsabilidad que justamente implica. A diferencia de lo que sucede en el campo técnico o económico, donde los progresos actuales pueden sucederse a los del pasado,en el ámbito de la formación y del crecimiento moral de la persona no existe esa misma posibilidad acomulativa,porque la libertad del hombre siempre es nueva y, por tanto,cada persona y cada generación debe tomar de nuevo,personalmente, sus decisiones.
Ni siquiera los valores más grande del pasado pueden heredarse simplemente, tienen que ser asumidos y renovados a través de una opción personal,a menudo costosa...Pero cuando vacilan los cimientos y fallan las certezas esenciales,la necesidad de esos valores vuelven a sentirse de modo urgente;así, en concreto, hoy aumenta la exigencia de una educación que sea verdaderamente tal..."
Los padres solicitan con frecuencia esta educación, angustiados por el futuro de sus hijos. También la solicitan muchos profesores que están viviendo la desagradable experiencia de la falta de autoridad en el desempeño de su profesión. Y por último, como denunciaba el Papa Benedicto XVI (Ibid):
"La solicitan, en lo más íntimo, los mismos muchachos y muchachas jóvenes, que no quieren verse abandonados ante los desafíos de la vida. Además, quien cree en Jesucristo posee un motivo ulterior y más fuerte para no tener miedo,pues sabe que Dios no nos abandona,que su amor nos alcanza dónde estamos y como somos,con nuestras miserias y debilidades, para ofrecernos una nueva posibilidad de bien"
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