CRISTO ESCOGIO A SUS APÓSTOLES ENTRE LOS VARONES Y LA PRÁCTICA CONSTANTE DE LA IGLESIA LO HA IMITADO (I)
Cristo escogió a sus Apóstoles entre varones, se trata de una cuestión indiscutible, que se pone de manifiesto a lo largo del Nuevo Testamento. Concretamente en el libro de los Hechos de los Apóstoles el evangelista san Lucas narró así la despedida de Jesús de sus Apóstoles (Hch 1, 3-5): "Después de su Pasión, Jesús se les presentó con muchas y evidentes pruebas de que estaba vivo,apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios/ Un día, mientras comían juntos les ordenó: No salgáis de Jerusalén;aguardad más bien la promesa que os hice de parte del Padre/ Porque Juan bautizó con agua,pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de pocos días"
Los Apóstoles hicieron caso al Señor y volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos y entraron en la misma casa en la que probablemente habían celebrado la Última Cena de Pascua con el Señor. Así narraba san Lucas los hechos historicos acaecidos (Hch 1, 13-14): "Cuando llegaron,subieron al piso superior donde se ajoban eran Pedro y Juan,Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo,Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas el Hijo de Santiago.
El Señor ya no estaba con ellos, habían presenciado su Ascensión al cielo, pero ellos se sentían a su lado dispuestos a iniciar la tarea evangelizadora que les había encomendado...Faltaba, sin embargo, uno de los Doce Apóstoles elegidos por Jesús; nos referismos a Judas Iscariote, el que lo traicionó.Entoces,como sigue narrando san Lucas se plantearon la necesidad de que el testimonio apostólico tuviera mayor fuerza y para ello era necesario que él traidor fuera sustituido por un nuevo Apóstol, que debía tener las características de haber vivido también con Jesús desde el principio de su vida pública, hasta su Ascensión a los Cielos. Fue Pedro,como Cabeza de la futura Iglesia el que se levantó y se puso en medio de las gentes allí presentes para decir (Hch 1, 21-26): "Urge que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús estuvo entre nosotros / a partir del bautismo de Juan hasta el día que fue arrebatado de nuestra presencia, uno de ellos sea constituido con nosotros como testigo de su Resurrección/ Y presentaron a dos:José llamado Barsabás,que fue apellidado Justo, y Matías/ Y orando dijeron:<Tú, Señor, conocedor de los corazones de todos, muestra a cuál de estos te escogiste, uno de los dos/
Para ocupar el puesto de este ministerio y apostolado, del cual prevalicó Judas para irse por las suyas/ Y les repartiron suertes,y recayó la suerte sobre Matías, y fue declarado Apóstol y asociado a los Once" De esta forma los Once siguieron a Jesús en su preferencia de escoger a varones y no mujeres para formar parte del ministerio y apostolado por Él creado.Todos los Padres de la Iglesia, hasta nuestros días, este comportamiento de Jesús, lo han considerado correcto y lo han seguido aplicando. Más concretamente, el Papa San Juan Pablo II en su Carta Apostólica <Ordinatio Sacerdotalis> (dada en el Vaticano el 22 de mayo, solemnidad de Pentecostés, del año 1994) se expresaba, en este sentido, así: "La ordenación sacerdotal,mediante la cual se transmite la función confiada por Cristo a sus Apóstoles, de enseñar, santificar y regir a los fieles, desde el principio ha sido reservada siempre en la Iglesia Católica exclusivamente a los hombres. Esta tradición se ha mantenido también fielmente en las Iglesias de Oriente.
La conclusión final de esta Declaración en definitiva fue: <No se considerará autorizada (la Iglesia) a admitir a las mujeres a la ordenación sacerdotal> (Papa san Pablo VI; Alocución sobre el papel de la mujer en el designio de salvación, 30 de enero 1977; Insegnamenti XV,1977)"
Años más tarde,el Papa san Juan Pablo II declaraba a su vez, en su Carta Apostólica <Mulieris dignitatem>(15 agosto 1988):
"Cristo, llamando como Apóstoles suyos sólo a hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano,y lo hizo con la misma libertad con que en todo su comportamiento puso en evidencia la dignidad y la vocación de la mujer,sin amoldarse al uso dominante y la tradición avalada por la legislación de su tiempo"
Por otra parte,en la Exhortación Post-Sinodal, <Christifideles Laici> dada en Roma el 30 de diciembre de 1988, el Papa san Juan Pablo II, refiriéndose a el papel de las mujeres y de los hombres en la Iglesia Católica decía:" Los Padres sinodales han dedicado una atención particular a la condición y al papel de la mujer con una doble intención: Reconocer,e invitar a reconocer por parte de todos y una vez más, la indispensable contribución de la mujer a la edificación de la Iglesia y al desarrollo de la sociedad; y además, analizar más específicamente la participación de la mujer en la vida y en la misión de la Iglesia...Concretamente, en relación con la participación activa y responsable en la vida y en la misión de la Iglesia, se ha de hacer notar que ya el Concilio Vaticano II fue explícito en demandarla...
Aunque no hayan sido llamadas al Apostado de los Doce,y por tanto al sacerdocio ministerial, muchas mujeres acompañan a Jesús en su ministerio y asisten al grupo de los Apóstoles(Lc 8, 2-3);están presentes al pie de la Cruz(Lc 23,49);ayudan al entierro de Jesús (Lc 23, 55) y la mañana de Pascua reciben y transmiten el anuncio de la Resurrección de Jesús (Lc 24, 1-10);rezan con los Apóstoles en
el Cenáculo a la espera de Pentecostés (Hch 1,14). Siguiendo el rumbo trazado por el Evangelio, la Iglesia de los orígenes se separa de la cultura de la época y llama a la mujer a desempeñar tareas conectadas con la evangelización. En sus Cartas, San Pablo recuerda,también por su propio nombre,a numerosas mujeres por sus varias funciones dentro del servicio de las primeras comunidades eclesiales (Rm 16, 1-15;Flp 4, 2-3 ; Col 4,15; 1 Có 11, 5; 1 Tm 5,16)..."
Todos estos testimonios nos demuestran el interés que siempre ha tenido la Iglesia Católica por hacer patente el papel importantísimo que siempre ha tenido y sigue teniendo en ella la mujer, empezando como es natural, por el de ser una mujer la Madre del Verbo, Palabra de Dios y Dios verdadero. Por eso, como seguía diciendo el Papa san Juan Pablo II (Ibid): "La presencia y el papel de la mujer en la vida y en la misión de la Iglesia, si bien no están ligados al sacerdocio ministerial, son, no obstante, totalmente necesarios e insustituibles, como ha sido puesto de relieve en la -Declaración Inter insigniores- : "La santa Madre Iglesia hace votos porque las mujeres cristianas tomen plena conciencia de la grandeza de su Misión;su papel es capital hoy en día, tanto para la renovación y humanización de la sociedad, como para descubrir de nuevo,por parte de los creyentes, el verdadero rostro de la Iglesia.
El Nuevo Testamento y toda la historia de la Iglesia muestran ampliamente la presencia de mujeres en la Iglesia, verdaderas discípulas y testigos de Cristo en la familia y en la profesión civil,así como en la consagración total al servicio de Dios y del Evangelio..."
Por otra parte,la estructura jerárquica de la Iglesia está ordenada totalmente a la santidad de los fieles, por lo cual, tambien, recuerda la <Declaración Inter insigniores > que: *El único carisma superior que debe ser apetecido es el carisma de la caridad ...Los más grandes en el Reino de los cielos no son los ministros sino los Santos *
Finalmente recordemos que: "<Los laicos (mujeres y hombres), siendo miembros a pleno título del Pueblo de Dios y del Cuerpo Místico, partícipes, mediante el Bautismo, del triple oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, expresan y ponen en juego las riquezas de esta dignidad suya viviendo en el mundo. Lo que para quienes pertenecen al ministerio ordenado puede constituir una tarea sobreañadida o excepcional, para los laicos es misión típica. Su vocación propia consiste en *buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenandolas según Dios* (Lumen Gentium, 31; Papa san Juan Pablo II, Ángelus 15 de marzo de 1987: Insegnamenti, X, 1[1982] 561)".
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