SAN AMBROSIO ***** OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA (II)
El Papa San Juan Pablo II escribió la Carta Apostólica -Operosam Diem- el uno de diciembre del año 1996 en recuerdo de san Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia, en el XVI centenario de su muerte. Lo hizo a petición del Cardenal Carlo María Martini, Arzobispo de Milán y ciertamente el acontecimiento lo merecía porque es mucho lo que le debe la Iglesia católica a este hombre sabio y santo...En dicha Carta este Pontífice se expresaba en los siguientes términos en su -Introducción- a la vida del santo:
"El día 4 de abril del año 397 Ambrosio de Milán concluía su laboriosa jornada terrena, consumida generosamente al servicio de la Iglesia. En los últimos días, como recuerda su secretario y biógrafo Paulino, había visto al Señor Jesús que venía a él y le sonreía (. . .). Y precisamente cuando nos dejó para volver al Señor, desde las cinco de la tarde hasta la hora en que entregó su alma oró con los brazos abiertos en forma de Cruz (Paulino; vida de Ambrosii,47,1,2:ed.A.A.R Bastiaensen ,Milán 1975). Era el alba del sábado Santo. El Obispo dejaba esta tierra para unirse a Cristo Señor, a quien había deseado y amado intensamente" .
Hijo de un prefecto de las Galias, nació en Tréveris, en cuya ciudad y en Roma estudió y ejerció la abogacía. Siendo Gobernador de Milán y sólo catecúmeno, al intervenir para calmar un motín del pueblo en la elección del Obispo de aquella ciudad, fue proclamado él, a la voz de un niño que, milagrosamente, gritó: "Ambrosio es Obispo".
Con su sabiduría, voluntad y virtuosa vida ,influyó notablemente en el esplendor de la doctrina cristiana y convirtió a san Agustín de Hipona. La integridad y santidad de Ambrosio tuvieron su máximo esplendor cuando fue capaz de negar al emperador Teodosio la entrada en el Templo, en castigo por la matanza de hombres, mujeres y niños que él había propiciado en Salónica; interdicto que no levantó hasta que el monarca hizo penitencia pública. San Ambrosio es uno de los ocho Doctores de la Iglesia católica, Orientales o griegos, entre los que están también: San Basilio (329-379), San Gregorio Nacianceno (328-389), San Crisóstomo (347-407), San Jerónimo (346-420), San Agustín (354-430) y San Gregorio Magno (540-604).
El Papa san Juan Pablo II nos recordaba también que (Ibid): "Junto con S. Jerónimo, S. Agustín y Gregorio Magno, el Obispo de Milán S. Ambrosio es uno de los cuatro Doctores a los que la Iglesia latina rinde particular veneración. De todos es conocida la singularidad de su elección, que el biógrafo Paulino atribuye a la inspirada iniciativa de un muchacho, a quien, por lo demás, correspondió la plena confianza del pueblo y del clero y, sucesivamente, la complacencia del emperador...Considerándose no preparado para asumir el ministerio Episcopal , intentó repetidamente evitar el nombramiento, pero al final cedió ante la insistencia del pueblo...En los primeros años con intimo sufrimiento y gran sencillez, debió reconocer el contraste entre su preparación especifica y el deber urgente de enseñar a los fieles y realizar las necesarias opciones pastorales..."
Reflexionando sobre este comportamiento de San Ambrosio habría que preguntarse ¿en nuestro tiempo sigue sucediendo esto? y si sucede ¿la respuesta sigue siendo la misma? En efecto, porque es admirable la respuesta de este hombre que de inmediato puso remedio a su falta de conocimientos para ocupar el Obispado de Milán, tal como señalaba en su día el Papa San Pablo II (Ibid):
"Inmediatamente quiso poner las bases de una esmerada preparación teológica y, con el consejo y apoyo del Presbítero Simpliciano , que fue luego su sucesor en la Sede de Milán, se dedicó con empeño al estudio bíblico y teológico, profundizando en las Escrituras y acudiendo a fuentes más autorizadas de los grandes Padres y escritores eclesiásticos antiguos, tanto latinos como griegos y en primer lugar a Orígenes, su constante maestro e inspirador...No podemos pasar revista detallada a todas las intervenciones del incansable pastor, que de varias maneras contribuyeron a vivificar la comunidad y a difundir energías nuevas y vigorosas en la sociedad. Pero conviene recordar al menos las más significativas. En primer lugar se puede situar su solicitud por la formación de los sacerdotes y los diáconos. Los quería plenamente confortados con Cristo, poseídos totalmente por Él y enriquecidos con las más solidas virtudes humanas...
Fue constante también la atención de S. Ambrosio al culto de los mártires. Con hallazgo de sus restos y la veneración que se les trataba, quería proponer a los creyentes modelos de seguimiento de Cristo valientes y generosos...También las celebraciones litúrgicas, alimentadas con las explicaciones catequéticas del Obispo y animadas por un gran talento poético, se convertían en momentos comunicatorios de una valiosísima formación y de testimonio incisivo..."
Todo esto y mucho más que va detallando el Papa en su Carta Apostólica le lleva a decir finalmente del San Ambrosio (Ibid): "Verdaderamente fue grande la figura de este santo Obispo y extraordinariamente eficaz la obra que realizó en favor de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo.
Ojala que su ejemplo de hombre, de sacerdote y de pastor, dé nuevo impulso a la toma de conciencia que todos los fieles de nuestro tiempo -Obispos, Presbíteros, Almas consagradas, y Laicos cristianos-, necesitan para inspirar su vida en los Evangelios y transformarse en Apóstoles cada vez más celosos, en los umbrales del tercer milenio cristiano"
Dentro ya del tercer milenio los consejos y deseos de este gran Pontífice no se han cumplido y estamos observando con tristeza desde ya hace bastante tiempo las consecuencias de todo ello...¡Ojala que todos los creyentes unidos hagamos un gran esfuerzo para que las cosas cambien y seamos apóstoles cada vez más celosos de los Santos Evangelios!
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