QUIEN TIENE ESPERANZA **** VIVE DE OTRA MANERA
Decía en su día el Papa Benedicto XVI :*Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva*
Esa vida nueva implica la esperanza cierta de llegar a alcanzar el Reino de Dios, un don grande y hermoso que constituye la respuesta a nuestra búsqueda. Así es, los creyentes deseamos alcanzar ese Reino, supremo don que Él nos ofrece y nos dará, si somos capaces de superar todas las dificultades que en un mundo imperfecto y alejado de Dios encontraremos...
Podemos liberar nuestra vida y el mundo de las intoxicaciones y contaminaciones que podrían destruir el presente y el futuro. Podemos descubrir y tener limpias las fuentes de la creación y así, junto con la creación que nos precede como don, hacer lo que es justo, teniendo en cuenta sus propias exigencias y su finalidad.
Eso sigue teniendo sentido aunque en apariencia no tengamos éxito o nos veamos impotentes ante la superioridad de las fuerzas hostiles. Así, por un lado, de nuestro obrar brota -esperanza- para nosotros y para los demás; pero al mismo tiempo, lo que nos da ánimo y orienta nuestra actividad, tanto en los momentos buenos como en los malos, es la gran esperanza fundada en las promesas de Dios.
Este gran Pontífice nos recuerda que debemos ser colaboradores de Dios en este mundo tal como lo fue el Apóstol san Pablo, por ejemplo, con los pobladores de Corinto, los cuales fueron evangelizados por él, pero más tarde, en su ausencia, recayeron en discordias internas y abusos lamentables que estaban poniendo en peligro la prosperidad y la misma existencia de aquella Iglesia de Cristo. Por eso, él les decía así (1 Co 3, 1-21): " Yo, hermanos no puedo hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo/ Os di de beber leche, no alimento sólido, pues todavía no podíais con él; ni siquiera podéis ahora/ pues sois todavía carnales. Porque mientras haya envidias y discordias entre vosotros, ¿no es que aún sois carnales y os portáis a lo humano?/( )/ Nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros sois cultivo de Dios, edificio de Dios/
Que cada uno mire cómo edifica/ Pues ninguno puede poner otro cimiento fuera del que ya ha puesto Jesucristo/ Si alguno edifica sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja/ la obra de cada cual quedará al descubierto; pues aquel día se manifestará, porque se revelará en el fuego, y ese mismo fuego probará la calidad de la obra de cada cual/ Si la obra que uno edificó permanece recibirá premio/ si la obra de alguien arde, sufrirá el daño; el sin embargo, se salvará, pero como si pasara a través del fuego/¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?/ Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios, que sois vosotros es santo/
Que nadie se engañe. Si alguno entre vosotros se tiene por sabio según el mundo, hágase necio para llegar a ser sabio/ Pues la sabiduría de este mundo es necedad antes Dios, como está escrito: *Él atrapa a los sabios en su propia astucia * / Y también: *El Señor conoce lo vanos que son los planes de los sabios * / Por tanto que nadie se gloríe en los hombres..."
La historia se repite una y otra vez a lo largo de los siglos, al leer esta misiva de San Pablo a los corintios nos damos cuenta de ello. Pero la esperanza de que todo pueda cambiar una vez más sigue presente en el alma de los verdaderos creyentes y esa esperanza viene de Dios porque como también nos recordaba el Papa Benedicto XVI ( Ibid ):
"Esta esperanza sólo puede ser de Dios, que abraza el universo, y que nos puede proponer y dar lo que por nosotros por sí solos no podemos alcanzar. De hecho ser agraciado por un don forma parte de la esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto"
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