LA MISIÓN MATERNAL DE MARÍA **** NO DISMINUYE A LA ÚNICA MEDIACIÓN DE CRISTO (II)
Nuestro Señor Jesucristo después de dar las últimas instrucciones a sus apóstoles, ascendió a los cielos; los apóstoles volvieron entonces a Jerusalén como Jesús les había ordenado, perseverando en la oración ,en espera de la llegada del Espíritu Santo y con ellos estaba la Virgen María (Hch 1,12-14). En este sentido, el Papa Benedicto XVI nos recordaba en su Carta Encíclica -Redemptoris Mater- (25 de marzo de 1987) que:
"Después de los acontecimientos de la Resurrección y de la Ascensión, María entrando con los apóstoles en el cenáculo a la espera de Pentecostés, estaba presente como Madre del Señor glorificado. Era no sólo la que -avanzó en la peregrinación de la fe- y guardó fielmente su unión con el Hijo -hasta la Cruz- ,sino también la -esclava del Señor-, entregada por su Hijo como Madre de la Iglesia naciente -He aquí a tu Madre-. Así empezó a formarse una relación especial entre la Madre y la Iglesia. En efecto, la Iglesia naciente era fruto de la Cruz y de la Cruz y de la Resurrección de su Hijo. María, que desde el principio se había entregado sin reservas a la persona y obra de su Hijo, no podía dejar de volcar sobre la Iglesia esta entrega suya maternal.
Después de la Ascensión de su Hijo, su maternidad permanece en la Iglesia como mediación materna; intercediendo por todos sus hijos, la Madre coopera en la acción salvífica del Hijo, Redentor del mundo. Al respecto enseña el Concilio Vaticano II: -Está maternidad de María en la economía de la gracia- perdura sin cesar- ... hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Con la muerte Redentora de su Hijo, la mediación materna de la -esclava del Señor- alcanzó una dimensión universal, porque la obra de la Redención abarca a todos los hombres.
Así se manifiesta de manera singular la eficacia de la mediación única y universal de de Cristo -entre Dios y los hombres- . La cooperación de María participa, por su carácter subordinado, de la universalidad de la mediación del Redentor, único mediador. Esto lo indica claramente el Concilio..."
Ciertamente, como también manifiesta san Pablo en su Primera Carta a los Corintios (ICo 15, 20-26): "Más ahora Cristo ha Resucitado de entre los muertos, primicias de los que ya reposan / Pues ya que por un hombre vino la muerte (Adán), por un hombre (Cristo) también la resurrección de los muertos/ Porque como Adán mueren todos así también en Cristo serán todos vivificados / Cada uno en su propio rango: Cristo como primicia; después los de Cristo, en su advenimiento/ Después vendrá el fin, cuando entregue a Dios Padre el reino, cuando haya destruido todo principado, toda potestad y fuerza/ Pues es preciso que él reine hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies/ El último enemigo en ser destruido será la muerte"
Sigue diciendo el Papa Benedicto XVI a este respecto, en su Carta Encíclica (Ibid): "Con el misterio de la Asunción de la Virgen a los cielos, se ha realizado en María todos los efectos de la única mediación de Cristo Redentor del mundo y Señor Resucitado: *Todos vivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango *... En el misterio de la Asunción se expresa la fe de la Iglesia, según la cual María: Está también íntimamente unida a Cristo porque, aunque como madre-virgen estaba singularmente unida a él, en su primera venida, por su cooperación constante con Él, estará también a la espera de la segunda(venida); redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, ella tiene también aquella función, propia de la madre, de mediadora de clemencia en la venida definitiva, cuando todos los de Cristo revivirán, y el último enemigo en ser destruido será la muerte"
Por otra parte, también el Papa san Juan Pablo II tenía una gran devoción por la Virgen María. A este gran Pontífice, se deben muchas oraciones dedicadas a ella .Una muy hermosa dice así: "!Oh Madre, oh Mujer vestida de sol del amor divino¡ ; !Oh signo grandioso para todos aquellos, que caminamos peregrinos por esta tierra hacia el Santuario del Dios viviente¡
Escúchanos para que, por tu intercesión, su misericordia de generación en generación (Lc 1,50) no cese de ser participada por los hijos y las hijas de esta tierra. !Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María¡ Amén " (Oración para el Ángelus; en la fiesta de la Asunción de la Virgen; 15 de agosto de 1986; Papa san Juan Pablo II)
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