DOS SANTAS **** VIRGENES MARTIRES



Santa Inés de Roma  (S. IV) y Santa Julia de Cartago (S. V), tienen en común el haber sido Vírgenes mártires. Ellas prefirieron morir por martirio antes que negar a Cristo y a su Iglesia. A este respecto, tal como podemos leer en el Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II  (1998) de San Juan Pablo II  (n* 2473): "El martirio es el supremo  testimonio de la verdadera fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, Muerto y Resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe, y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza..."

Tremendo fue el acto de fortaleza de Santa Inés la cual fue decapitada y tremendo fue el acto de fortaleza de Santa Julia que fue condenada a morir en la Cruz, como Nuestro Señor Jesucristo...Las vidas de estas dos mujeres mártires son modelo de amor a Cristo y a su Mensaje, y por eso la Iglesia las considera Santas .Han sido muchas más las mujeres santas que han dada la vida por Cristo ,a lo largo de la historia de la Iglesia Católica, pero estos dos ejemplos bastan para comprender la importancia de este tema.


Santa Inés ha sido considerada siempre por los creyentes como un exponente especial de la pureza, tal como su propio nombre indica. En griego su nombre significa -pureza- , y en latín-cordero-, por este motivo se la suele representar con un corderito entre sus brazos. Era romana y fue educada por sus padres,personas virtuosas, en la religión cristiana a la que fue fiel hasta la muerte ,como ya hemos recordado. Su belleza,aseguran sus hagiografos, creció junto con su virtud y esto resultó ser un grave inconveniente para vivir dentro de la sociedad romana del siglo IV d.C., en el que la Iglesia de Cristo se vio sometida a una gran persecución  a causa  del edicto del emperador romano Diocleciano . Fue la última de las diez persecuciones romanas de los seguidores de Cristo, pero fue la más cruel y larga de todas. Fue tan larga que se la ha llamado  -Era de los Mártires- . Tuvo Santa Inés la mala suerte de que un joven influyente de Roma se enamorará perdidamente de ella y quisiera hacerla su esposa y la respuesta de ella fue negativa porque  había entregado su virginidad a su divino Esposo Jesucristo .Tuvo más pretendientes, quizas más razonables , pero lo cierto es que al final todos se pusieron de acuerdo para denunciarla ante el gobernador por practicar la religión cristiana. 

El juez que la juzgaba,al ver su juventud y belleza, al principio trato de que cambiara de actitud, haciéndole la promesa de recompensarla si renegaba de su religión ,pero su respuesta negativa hizo que este hombre cruel lleno de odio hacia Cristo y sus seguidores, ordenará que se  la sometiera a todo tipo de martirio: ganchos de hierro que desgarraban su cuerpo, y demás instrumentos  de tortura...y finalmente  la hoguera. Pero el Señor estaba con ella y le mandó un ángel que la ayudaba a soportar todas estas cosas...


El gobernador exasperado  al verse frustrado y desafiado por una joven tan creyente, finalmente ordenó que la cortaran la cabeza. Se cuenta que las personas allí reunidas para contemplar el terrible espectáculo, se enternecieron, cosa muy extraña para semejántes espectadores, al contemplar la firmeza en su fe, de una joven virgen tan bella y tan valiente ante la muerte. Su cuerpo fue enterrada a corta distancia de Roma y allí mismo se construyó una Iglesia en el tiempo de Constantino el Grande. 

Por otra parte, Santa Julia fue una joven de origen noble que vivió a principios del siglo quinto de la era cristiana y que durante la toma de Cartago por Genseric en el  año 439 fue arrebatada de su hogar y vendida a un comerciante. Este hombre la sometía a terribles trabajos y ella soportaba todo con alegría y disposición y eso hizo que su señor llegara a consider imprescindible su servicio.


Santa Julia era cristiana y el poco tiempo libre que disponía lo dedicaba a leer libros piadosos y a la oración; su vida era austera y sus hagiografos aseguran que ayunaba todos los días, menos los domingos. Su señor en cierta ocasión tuvo que hacer un viaje a la Galia y decidió llevarla con él porque le resultaba imprescindible su servicio, y habiendo llegado, a la parte norte de Corcega, echo el ancla del barco en que viajaban y se dirigió a la costa donde estaban sus amigos paganos celebrando una fiesta. La joven prudentemente procuro pasar inadvertida, alejándose de la celebración pagana .Sin embargo el gobernador de la isla se fijó en ella y le preguntó al comerciante quien era aquella joven que insultaba así a los dioses, alejándose de la fiesta, y al enterarse que era cristiana  le propuso al comerciante un trato, cambiar a su criada por por varias de sus mujeres esclavas... Ante la negativa del comerciante, el gobernador se sintió sumamente ofendido y tomando a la joven ordenó que la apalearan y le arrancarán el pelo de su cabeza. Después intento convencerla de que renegara de sus creencias y ante la rotunda negatiba de la joven, la condenó a morir crucificada... 

Las vidas de estas mujeres mártires, como la de tantos otros mártires de la Iglesia Católica,  demuestran que las palabras del Papa San Juan Pablo II eran certeras cuando se expresaba en los términos siguientes (Ángelus del 29 de agosto de 1999):




"Ser discípulo de Cristo es comprometedor y exigente,como recuerda Jesús  mismo en el pasaje del Evangelio  de Mateo (Mt 16, 24). Negarse así mismo y aceptar la Cruz,  significa morir al propio orgullo y confiar plenamente en Dios, viviendo como Cristo con una entrega total al Padre y a los hermanos...
El seguimiento de Cristo implica un itinerario marcado a menudo por incomprensiones y sufrimientos. Nadie debe hacerse ilusiones: Hoy como ayer, ser cristiano significa ir contra corriente frente la mentalidad del mundo,sin buscar el propio interés y halago de los hombres, sino únicamente la voluntad de Dios y verdadero bien del prójimo. Esta fidelidad radical a Cristo resplandece en el martirio, por ejemplo,  de San Juan Bautista... Siguiendo sus huellas, muchos otros discípulos del Señor han confesado la fe con el sacrificio de su vida"





































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